Vinagre de manzana casero
La sidra, esa bebida apreciada especialmente en el norte de España, procede de una combinación de manzanas amargas, dulces y ácidas cuyo zumo se deja fermentar. Es diurética, digestiva y de muy bajo nivel alcohólico. Con ella se elabora un vinagre excepcional.
El vinagre de manzana es muy beneficioso para la salud, pues posee una potente combinación de sales minerales, materias orgánicas y ácido acético. Es muy rico en potasio, y también contiene fósforo, cloro, sodio, magnesio, calcio, azufre, hierro y flúor.
Aquellos que tengan unas necesidades especiales de potasio como las personas mayores, quien tome medicamentos diuréticos, o padezca de retención de líquidos deben tomar vinagre de manzana habitualmente. También en caso de agotamiento, enfermedades cardíacas y para evitar el endurecimiento de la pared arterial.
Eso sí, no a todo el mundo le conviene: quienes padecen úlceras gástricas, gastritis, estreñimiento o problemas intestinales deben abstenerse o tomarlo en pequeñas dosis.
Ingredientes
Los posos de varias botellas de sidra
Un poco de sidra
Preparación
Los restos turbios (posos) de varias botellas de sidra natural se meten en una botella de cuerpo ancho y cuello estrecho. Ésta se cubre con un paño de lino y se deja al sol o junto a un radiador, a 25 ºC aproximadamente, durante 4 o 5 semanas.
Si ponemos un globo en el cuello de la botella veremos cómo se va hinchando conforme fermenta la sidra.
A medida que pasan las semanas, observaremos que se va formando una capa superficial en nuestros posos de sidra: es la “madre” del vinagre.
A las 5 semanas comprobamos si el vinagre está ya suficientemente ácido; si es necesario, lo vertemos en un recipiente de barro y lo dejamos 2 o 3 semanas más, controlando su nivel de acidez, cubierto con un paño de algodón.
Cuando la acidez es ya suficiente, se cuela con un paño limpio y se le añade un poco de sidra para embotellar.
Guardando la “madre” podremos obtener más vinagre siempre que lo necesitemos, con sólo mezclar una porción con sidra nueva.
Uso
El vinagre de manzana tiene muchísimos usos. Agregándole un poco a las legumbres, éstas se hacen más digestivas y mantecosas.
Añadiéndolo en nuestras comidas, favorecemos la regeneración de la flora intestinal, mejoramos la digestión facilitando la absorción de nutrientes y reforzamos nuestro sistema inmunológico.
También es un magnífico limpiador de cazuelas, del aluminio y de los cristales.
Con 2 cucharadas de vinagre diluidas en medio vaso de agua podemos hacer desaparecer la aerofagia y algunos problemas digestivos. Asimismo, con esa misma dosis tres veces al día combatimos los calambres, que se producen por falta de potasio.
Añadiéndole a esas 2 cucharadas de vinagre en medio vaso de agua una pizca de bicarbonato y haciendo gárgaras dos veces al día durante 2 o 3 jornadas se elimina la laringitis, el dolor de garganta, la afonía o la tos; las bacterias que provocan las enfermedades de garganta no soportan un medio ácido como el vinagre. En enjuagues bucales, el vinagre mejora las llagas y los hongos en la boca, y reduce la formación de sarro. Para las picaduras de medusa por ejemplo, se hace un barro con arcilla y vinagre de manzana y se aplica en la zona afectada.
Para los hematomas, se aplica directamente sobre ellos una compresa empapada en vinagre de manzana.
Para el insomnio, medio vaso de agua templada con 2 cucharadas de vinagre de manzana y 1 cucharada de miel de azahar. Lo tomamos antes de acostarnos.
Y para las varices, si empapamos en vinagre unas vendas y las metemos en el frigorífico, por la noche nos las podremos colocar en las piernas notando su efecto muy rápidamente
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